Por Andrea de la Chica Alfonso.
Graduada en Psicología, especializada en Estudios de Género y Desarrollo Profesional.
El siguiente texto incluye la "x" como marca de género inclusivo
Seguramente no haya nadie en el mundo que no haya dicho o al menos escuchado esta expresión alguna vez en su vida. Es más, se ha convertido no en un simple dicho sino en una creencia fundamentada en la idea de que el que estudia psicología lo hace no sólo por la voluntad de ayudar a los demás, sino por la de descubrirse a sí mismxs. Y no digo que no le falte cierta razón a esta expresión, pues ¿qué persona en el mundo está realmente en su “sano juicio” todo el tiempo? No hay profesión que se libre de unx locx. Sin embargo, lxs psicólogxs comparten locura más allá de lo personal de cada unx. Se trata del fatídico y constante:
¿Y ahora qué?
En primer lugar habría que aclarar que la carrera de psicología no sólo sirve para terminar ejerciendo como el/la típicx psicólogx sanitario, el que vemos en sus despachos diagnosticando y desarrollando terapias. Es más, para esto no te habilita en absoluto. ¿Y para que lo hace? ¡He aquí la locura del/la psicólogx! No saber qué hacer.
Por supuesto existen másteres y cursos de especialización… Sin embargo, gran cantidad de ellos los puedes realizar desde muchas otras ramas de conocimiento y en muchas ocasiones no te hace especialista como psicólogo realmente. Por su parte, el poder habilitarte como psicólogo sanitario resulta una carrera de fondo con recompensa para algunos poco que acaba ahogando en ansiedad y desesperación a unos muchísimos. En resumidas cuentas para llegar a esta meta hay conseguir:
-O bien entrar en el máster de psicología general sanitaria que cuenta con un número de plazas ínfimas en proporción al número de psicólogxs graduadxs que hay en el mercado. Por supuesto la opción de hacerlo privado no mejora mucho: pocas plazas pero más dinero. En este caso el máster en neuropsicología (otro gran deseado), no anda en muy mejores condiciones…
-O conseguir sacar una plaza en las oposiciones para especialista en psicología sanitaria, el PIR. Más de lo mismo. Mucho dinero y dedicación. Pocas oportunidades.
En eso se resumen todo. Los psicólogos no tenemos cabida en el mundo. Sin embargo cuando existe alguna crisis sanitaria (véase la del Covid), se atañe a nuestra vocación para que ejerzamos de voluntarios, de profesionales… Siento decirle a la sociedad necesitada que muchos no nos sentimos en absolutos profesionales pues no nos han dejado llegar a serlos, y por desgracia esto ha hecho que nuestra vocación se haya convertido en pura frustración. Pero sí que tristemente hay un par de cosas que sí podría decir: A aquellos que cuando les he dicho en alguna ocasión que estaba estudiando o había estudiado psicología y que quería dedicarme a la clínica me dijeron que no los psicoanalizase les diré, ojalá hubiese llegado a tener la oportunidad de formarme para ello. A aquellos que en su lugar me dijeron que les encantaba la psicología pero no la estudiaron, que quizás los harían como una afición pero no para dedicarse les diré ¡os envidio¡
La locura más generalizada del/ la psicólogx reside en su propia profesión. En saber que aunque seamos locxs, quizás nunca lleguemos a ser psicólogxs.
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