Por Rafael Sorroche Gutiérrez Desde nuestros primeros pasos por el cole hasta nuestros años actuales, seguro que como protagonista o bien, en tercera persona, habrás vivido algún caso de la famosa etiqueta. Cuantas veces habremos escuchado aquello de;” es que no da para más” ...”es que es torpe” ...”no es inteligente” ...”no sirve para estudiar” ...” él es list@” ... Etiquetas que sin duda marcaran el resto de la vida de la persona, que provocaran la forma de ver a esa persona el resto de la vida. La etiqueta es tan perjudicial que hace que te arrodilles ante sus pies, convirtiéndose realmente en aquello que le repiten y le dicen millones de veces, una y otra vez. Nos hemos convertido en jueces durante toda nuestra vida. Para que nos enteremos bien, nadie es torpe o menos inteligente. Es más, un niño o niña que no le guste el cole no significa que sea malo o mala, o no valga para estudiar. ¿A quién de nosotros/as le gusta levantarse todos los día...